Miles de personas acuden a una aldea ante el supuesto hallazgo de una mina de piedras preciosas
Una verdadera «fiebre del diamante» se ha desatado en torno a una aldea en la ciudad sudafricana de Ladysmith, en el oeste del país. Todo empezó con el sorprendente hallazgo de un pastor, de lo que parecían piedras preciosas, lo que ha alentado a miles de personas a realizar sus propias búsquedas.
La gente ha ido llegando desde distintos puntos del país y en una zona pobre como la que alberga este descubrimiento las personas han iniciado sus excavaciones usando desde palas hasta tenedores o incluso con sus propias manos. Pero queda la duda de si realmente se trata de diamantes. De momento, las primeras indagaciones desmontan esa teoría.
«Estaba entusiasmado por poder trabajar con diamantes, que es a lo que me dedico, pero a mi llegada a la zona me di cuenta de que esa alegría duraría poco, porque son piedras y no diamantes», aseguró a la prensa sudafricana uno de los expertos que acudió a la zona para confirmar el hallazgo. De todos modos, aunque los primeros trozos no sean de piedras preciosas, se ha abierto la posibilidad de que si las haya. En ese sentido, los ciudadanos continúan con sus búsquedas.
Las piedras halladas podrían ser cristales de cuarzo y aun así la compraventa ha empezado. El departamento sudafricano de minas ha enviado a expertos en geología para una toma de muestras y análisis, pero como explicó el analista consultado, todavía no se ha llegado a una conclusión clara, más allá de que no se trata de diamantes. Las autoridades locales dicen que esta práctica colectiva de recolección es ilegal y piden a la gente que se marche del lugar alegando la delicada situación de la pandemia.
Los expertos también avisan de que en caso de que en algún momento aparecieran diamantes, su tratamiento tendría que ser muy específico. «Los diamantes necesitan una limpieza y un cuidado muy concretos, que no se pueden hacer con las manos», sostienen, y al mismo tiempo avisan de la delicadeza de las piedras preciosas, a las que una recogida «brusca» podría dañar.